lunes, 18 de noviembre de 2013

El día en que los hombres no querían más motores


Este fin de semana tuve la oportunidad de ver Holy Motors, el último film de Léos Carax. No fué casualidad, ya que en busca de algún film especial, caí con la lista que Cahiers du cinema publica anualmente sobre las mejores piezas anuales. Y en primera posición, ahí estaba, Holy Motors para el 2012.

¿Y qué es Holy Motors?
¿Cine?
¿Meta cine?
¿Surrealismo bizarro?
¿Un delirio?
¿Nueve delirios?
¿Un asesinato?
o ¿Un reencuentro?

Un film que empieza por el final, donde anuncia cada una de sus intenciones y a la vez renuncia a ellas.  Una representación que te empuja al desamparo de la identidad, de la propia identidad como espectador, donde ni se pregunta, ni se responde, solo se mira. Donde en ocasiones la propia mirada perturba, obscena y a la vez incoherente.

Holy Motors es un film abierto a diferentes interpretaciones como Oscar su protagonista. Y en busca de estas interpretaciones se pierde la propia forma, el propio ser, que no es más que una percepción, difusa, oscura, sin relato, sin orden, sin familia, ni hija, ni amante. Una interpretación del propio ser o del propio cine, seguramente del propio espectador.

Y así transcurre este film, o "intranscurre", para aquellos que quieran dejar de ser un figurante más en ese cine de mujeres y hombres sonámbulos, quietos e inanimados. Holy Motors es mi recomendación.





martes, 22 de enero de 2013

Una de Tarantino


Este fin de semana he tenido el placer de poder ver la última de Tarantino, "DJANGO".

Dejando atrás las propias referencias que permite el propio título al film de Sergio Corbucci o de Takashi Miike. Esta vez Tarantino nos habla de la esclavitud y nos empuja a una catarsis parecida a su trabajo anterior "Malditos Bastardos", pero sustituyendo los nazis por la trata de negros en la época de la esclavitud. 

Ahora bien, la historia, algo simplista, pero efectiva como puede ser una historia de amor y sed de venganza, parecida a la que encontramos en Kill Bill, acaba alargándose en busca de una segunda parte que quizá hubiera ayudado mucho más a la historia.

Por lo demás como siempre, el sello de Tarantino ya se percibe en la primera escena, hasta el clímax de la película. Y uno está en la butaca disfrutando de esa capacidad que tiene este director para no hacerte cerrar los ojos ante las escenas de violencia.

En mi opinión, Django no deja de ser una película con el sello de Tarantino, que si bien no es su mejor film, se agradece de ver entre otras ofertas que puedan surgir...